jueves, 30 de octubre de 2014

HABLANDO DE BRUJAS (1)

Una crónica de Halloween

Halloween, tenía que escribir un post relacionado con las vísperas de aquella fecha tan esperada por muchos. Es una historia real y aunque no lo crean, ocurrió en vísperas del día de las brujas hace cuatro años. 

¿Pero qué tiene de especial? Que el acontecimiento narrado sigue los estereotipos y criaturas de una película gringa en nuestra querida Lima. 

Sin más que decir, aquí dejo la primera parte de este singular hecho.



HABLANDO DE BRUJAS

- ¡Acabo de encontrar un espécimen! – Dijo una voz a través del auricular del celular y fue lo único que se le oyó explicar antes de reír y cortar súbitamente. Era una voz masculina, eso era obvio, pero yo no había sido capaz de reconocer de quien era, el número en la pantalla salía como privado.

Eran finales del mes de octubre, exactamente el 30 de octubre del 2010, un día soleado. Yo, un chico desconfiado y dubitativo por aquel entonces, me encontraba acostado mirando el techo de mi cuarto como muchas veces lo había hecho durante los últimos tres años. ¿Por qué lo hacía? Esa es otra historia que tal vez en otro momento me atreva a contar, solo puedo decir que se trataba de resentimiento, desprecio, rencor.

Había estado meditando sobre que hacer con aquella situación, aquella en la que ciertas brujas y fantasmas me habían hecho pasar un mal rato por aquellos meses, pero el sonido de mi celular sonó y me alejó de la ideas de furia. A los pocos minutos, sonó el timbre. 


- ¡Hijo te buscan! – Gritó mi mamá desde su cuarto, cuya ventana tiene visual de la calle.

Sin muchas ganas me levanté y caminé arrastrando los pies camino al primer piso. Seguro la persona que me había llamado era la misma que había llegado y una ligera sospecha apareció.


- ¡Por fin abres!  

- Ah, hola Eduardo. – Le dije a mi amigo apartándome de la puerta recién abierta para que pudiera pasar. – Tú llamaste ¿no? ¿Qué quieres ah?

- ¿Así tratas a los amigos?. – Dijo entre risas mientras entraba en el garaje sin techo de mi casa con varias telas en la manos.

- ¿Fuiste tú o no? –Insistí secamente.

- Sí, fui yo, sí. – Dijo cansadamente y a continuación alzó el montón de telas hasta colocarlo frente a mis ojos.  – Mira lo que encontré.

Miré desconfiadamente al conjunto de telas y luego al rostro de mi amigo. Eduardo era el típico amigo de colegio que siempre busca joder a la gente. Nunca puedes creer nada de lo que dice Eduardo y cuando digo nunca, es nunca. Su vida está dedicada a trolear y fregar. Por eso, muy pocas veces había confiado en él y en sus cuentos, y esa ocasión no sería la excepción.


 - ¡Saca la tela pues! – Insistió.

- Seguro es una de tus niñerías. Te apuesto.

- No. Carajo, ya nadie confía. – Dijo Eduardo entre divertido y fastidiado mientras colocaba el montón de telas en el piso y se disponía a destapar por fin el misterio.

Una pequeña jaula en forma de prisma y color oro se reveló ante mis ojos. El sol relució en todos sus barrotes, pero ni bien vi lo que había dentro de ella, me aventé y arrebaté la tela de las manos de mi amigo.


- ¡Tarado! – Le dije mientras tapaba la jaula nuevamente y con cuidado. - ¿No ves lo que has traído?

- Sí, por eso lo traje.  Un perro lo atacaba y lo rescaté, ahora no sé que hacer con él.  -  Dijo mi amigo en tono serio, lo cual era raro en él. Pero luego, volvió a ser el mismo idiota. -  Yo creo que ha salido por Halloween.



- Ya empezaste con tus hue… mira, mejor abre la puerta. Tenemos que poner este murciélago en un lugar oscuro. Luego veremos que hacer con él.

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Hasta esta parte dejo el relato, pues considero que es mejor dividir el hecho en dos partes para no agobiarlos y así, dejarlos también con la intriga. Manténgase atentos al blog para leer la continuación, pues no saben como fue que reaccionó a los pocos minutos el ¿pequeño murciélago? 

Una pista: Todo fue como un cuento gringo de Halloween.







martes, 28 de octubre de 2014

MAMÁ YO QUIERO (Parte 1)

3 mascotas exóticas y cómo cuidarlas. 

De seguro muchos que han leído el post anterior han dicho “¡Yo también quiero tener un león!” Siendo realistas, esto es imposible para la mayoría. Por eso, para todos los que se quedaron con las ganas, este post presenta 3 opciones de mascotas poco comunes y que pueden volverse más fieles que un perro.

¡Ojo! No todos los animales de la lista son legales en tu ciudad o país. Infórmate con un veterinario, universidades especializadas o con los ministerios correspondientes. ¡No apoyes al tráfico ilegal!


1.    El pico más famoso.
Iniciando con esta lista y para los amantes de los pájaros, se encuentra un ave cuyo pico lo ha llevado a ser reconocido mundialmente por su tamaño y color. De seguro muchos ya saben de qué se trata ¿verdad?


Actualmente, el TUCÁN es una especie que pone solo un huevo por año. Es decir, hay pocos y encima, los cazan. Por eso, muchos países han optado por su cautiverio en zoológicos y domesticación para aumentar su esperanza de vida.

Si uno está interesado en tener un tucán, debe proporcionarle una jaula acorde a su tamaño (varían según las 42 especies.) Además, debe contar con ramas y barrotes fuertes, puesto que el tucán gusta de afilar su pico para comer frutas y desgarrar (sí, desgarrar…) reptiles y polluelos de otros tucanes; no son solo para verse bonitos.


En la alimentación, el tucán ingiere frutas y verduras como manzanas, mangos, peras, pepinos y zanahorias. También se le puede dar pedazos de carne o pan integral, todo remojado en agua y en poca cantidad, pues su estómago es muy pequeño. 

Y, como todo buen pájaro, es normal que ensucie toda su casa en cuestión de minutos, por lo que la higiene del hábitat es importante. Mientras haga esto, se llevará una sorpresa, ya que el tucán es maniaco y experto en técnicas de autolavado que facilitará la limpieza de su jaula o incluso del cabello de su amo.




2.    El olor del amor.
Si lo que buscan es una alternativa a tener un perro o alguna mascota peluda que les siga y puedan acariciar, un ZORRILLO es una buena opción aunque no lo crean.


Una moda iniciada en los Estados Unidos con Deborah Cipriani (quien tiene 50 zorrillos en su casa), ha hecho que este animal entre cada vez más en los hogares sin considerarse una peste. Esto se debe a que, al igual que los perros, los zorrillos son juguetones, además, puedes llevarlos a pasear con un correa. Pero si los comparas con un gato, la relación va por el tema de la curiosidad y que aprenden a utilizar la caja de arena.

Los zorrillos son animales que pueden ir sueltos por la casa, solo necesitan un espacio para sus necesidades y una cama para dormir. Eso sí, si duermen mucho, no se alarmen ni hagan un hueco aún, son animales que en libertad suelen dormir más en invierno.

En cuanto a la alimentación, son omnívoros. Comen frutas, miel, insectos e incluso ratas y ratones. Pueden complementar su alimentación con comida de perro, pero poca, pues resultaría siendo un zorrillo feliz pero obeso.

Pepe Le Pew era rechazado por su hedor, entonces, “¿qué hacemos respecto al olor del zorrillo?” El zorrillo no apesta de por sí, lo que apesta es una especie de orín lanzado cuando el animal se siente amenazado, lo cual no debe pasar si lo tratan con cariño y cuidado. Además, existe una solución quirúrgica para extraer la glándula encargada de producir este líquido. 



3.    ¡Cuidado con los dedos!
Si alguien alguna vez dijo que tener peces era lo más relajante y simple de la vida (hasta aburrido para muchos), este pez le hará abrir los ojos. Muy conocido por su ferocidad, que incluso ha inspirado una película y no estamos hablando de “Tiburón.” 


Las PIRAÑAS son peces tropicales de agua dulce y sangre fría, por eso, la temperatura del agua de sus peceras no debe ser mayor ni menor a los 22º C – 28º C.  Esta pecera debe ser grande ya que son peces que alcanzan los 35 cm y debe contar con poca luz y escondites, pues, aunque no lo crean, es un pez tímido que le gusta verse misterioso.

Como se ha visto en muchas películas, la pirañas atacan en grupo, por eso es recomendable criar 5 o 6 por pecera. Si se ponen más, su carácter agresivo aumenta y provoca canibalismo o comportamiento violento a la hora de alimentarlos. ¡Saltan considerablemente! (Con eso digo todo, no querrán que sus dedos terminen así.

Ahora, la parte que más interesa, la alimentación. Es cierto que muchos tipos de pirañas toleran frutas y verduras, pero su comida favorita siempre será la carne. Si tienes la piraña roja (la más feroz), es mejor tirar de vez en cuando comida viva, es decir, pequeños peces o incluso ratones. Tristemente, así funciona la vida.

No ver si son susceptibles.




De esta forma llegamos al fin de esta pequeña primera lista. Pronto se seguirá colocando otras opciones de mascotas exóticas y cómo criarlas. Repito, infórmense bien antes de adquirir uno de estos animales, ya que son especies que recién se están adaptando a la presencia del hombre. Busquen criadores registrados y así no apoyarán al tráfico ilegal de animales.

jueves, 23 de octubre de 2014

AMANECER AL RUGIR DEL LEÓN

SOBRE LA MODA ÁRABE DE VIVIR, PASEAR Y JUGAR ENTRE FIERAS


Si tu mamá por fin te dejara tener una mascota ¿cuál sería? Seguro un perro, un gato o unos loros (los más arriesgados, unos peces.) Pero dime, ¿qué te parece la idea de tener que pasear a un par de leones?



Aunque parezca “wow” y peligroso, últimamente tener este tipo de mascotas se ha puesto tan de moda en una de las zonas más modernas y lujosas del planeta. Y es que, en los Emiratos Árabes, es cosa de todos los días ver jóvenes multimillonarios presumiendo sus riquezas comprando mansiones y súper carros. Por eso, “los más modestos”, han decidido resaltar de otra manera y pedir por encargo una jauría de tranquilas hienas.

Humaid AlBuQaish, un joven de 27 años, ha encontrado la mejor manera de decirle al mundo “soy millonario” sin pronunciar una sola palabra. Y es que, su cuenta de Instagram tiene más de 750,000 seguidores debido a las más de 2000 fotografías con sus muy peligrosas y variadas mascotas, de las cuales, sus favoritas son los leones.

“Siento que sólo un simple gato o sólo un perro no me llenaría de amor. Prefiero que el amor me lo den en grandes cantidades” Dice AlBuQaish.

Si bien no está del todo claro lo que AlBuQaish hace para ganarse la vida o cómo acumuló su riqueza y animales, es evidente que vive una vida de lujo con la cual la mayoría sólo podemos soñar (Sólo un león albino cuesta alrededor de 50,000 dólares). Tanto es así, que el joven solo compra autos Ferrari para que sus felinos puedan descansar y arañar a su antojo.


Muchos pueden pensar que es un acto cruel y egoísta para los animales que Humaid consigue. Sin embargo, él afirma que sus mascotas tienen certificados y necesitan ayuda por ser huérfanas o ser abandonadas, y que si fueran liberadas, no sobrevivirían mucho tiempo. A pesar de esto, AlBuQaish sabe que sus cachorros más salvajes tienen instintos que él no puede pasar por alto. Por eso, no se hace de rogar al momento de gastar 10,000 dólares anuales (por león) solo en su alimentación a base de carne cruda y sanguinolenta que él mismo les da en sus bocas.



Aproximadamente, el multimillonario árabe tiene en su finca 15 leones entre cachorros y adultos, de los cuales, sus favoritos y los de sus seguidores en Instagram, son los leones albinos. Pero no crean que Humaid solo es poseedor de estos felinos. Su colección abarca más de 120 especies diferentes como tigres, hienas, leopardos, flamencos, tortugas, elefantes, ciervos, tiburones, delfines, serpientes, jirafas, monos y unos normales y tranquilos perros.



La legislación de Emiratos Árabes Unidos prohíbe la venta y comercio de cualquier animal salvaje incluido en una lista específica. Sólo en el año 2010 se confiscaron más de 200 especies protegidas.  Sin embargo, AlBuQaish se toma fotos y las expone con tal libertad, que es más que evidente que el joven tiene el poder necesario para evitar ser tocado por la ley y hacer alarde de sus mascotas como todo un Aladdin en pleno desfile de presentación ante el sultán.




martes, 21 de octubre de 2014

EL REY DEL SILENCIO

Estoy seguro que aquella vez era diferente, aquel tamborileo interior incesante, acelerado, rítmico pero sorprendentemente tan perfecto, claro y alto en volumen. Es más, parecía que alguien me hubiera colocado unos auriculares en cada oreja y estos iban conectados directamente a mi corazón agitado.


No era miedo exactamente, en ese momento lo sabía y hoy también, era algo más grande. Esa mirada ambarina lo produjo, produjo algo que antes no había sentido con nada ni nadie. Aquella mirada ambarina penetraba lo verde y marrón del terreno, parecía detener el tiempo alrededor y mantenerlo solo en mi pecho cuyos latidos similares al bombo in crescendo de una batería rocanrolera eran los únicos sonidos que podía oír, sentir. Los únicos sonidos audibles para mí a pesar de estar seguramente en uno de los lugares más ruidosos del mundo. Pero ella, aquella mirada ambarina silenciaba todo inevitablemente. El silencio inquietaba, el tamborileo maravillaba.


Horas antes en la mañana había despertado y escapado de mis sueños. Me desperté sin pesar seguro, pues la realidad en este caso superaba cualquier sueño de 15 minutos. Por fin, mi deseo realizado. Postrado en una cama tan suave como las plumas que hacían que mi cuerpo se hundiera lentamente en ella mientras colocaba el rostro hacia el techo y dejaba que aquellos sonidos se introdujeran en mi cerebro… Gorjeos, silbidos, aleteos, cantos y susurros. Por fin había llegado a la hacienda de mi tía colindante al mismo Manú. 


Gran parte de mi vida había soñado ver la selva y explorarla como aquellos documentalistas que tantas veces había visto en la televisión. Ahora yo mismo estaba, no solo en una de las reservas más grandes del país, sino también, en una de las zonas menos intervenidas por el hombre.

Luego de satisfacer mi oído con todo aquel barullo que llegaba amortiguado por la distancia y los muros de madera, abrí los ojos comprobando que la realidad seguía siendo mejor que lo onírico. Los sonidos eran maravillosos así sean distantes. Venían de todas partes y aun así, de ninguna; no delataban su proceder oculto en los árboles, no avisaban nada, solo estaban ahí, deleitando e inquietando.

Los desayunos siempre habían sido iguales.  Los adultos conversaban y yo hacía caso omiso… "oídos sordos". La actividad sonora me hipnotizaba desde el día que llegué; el susurro y golpeteo de las olas del río cercano junto con el croar de las minúsculas ranas me provocaban correr hacia ellas y volverlas atrapar una y otra vez, pero no lo hacía, solo una vez, quizás por educación.


Todo ruido me parecía interesante, cada uno tan diferente a los ya acostumbrados, cada uno llevando la esencia de alguna criatura que probablemente nunca había visto salvo en la tele. Cada ruido tan lleno de vida, me maravillaban, me alejaban de los problemas de la vida monótona de la ciudad.

- Hoy entraré al monte.

Mi abstracción acabó. Desde los días anteriores había ignorado el ruido humano de tal manera que me sorprendí a mí mismo sentir mi cabeza voltear con interés hacia la fuente de aquella expresión tan alentadora.

- Quiero hablar con algunos comuneros de más al fondo. Si cruzo por el monte llegaré más rápido. – Era mi tía la que había dicho tan magnificas frases.

Mi tía, la hermana más aventurera y “pataeperro” de todas las hermanas de mi mamá, era una hacendada de aquel sector selvático. Dueña de miles de hectáreas, cuyos beneficios le permitían entrar en la reserva a su antojo.

Mi atención por los ruidos de la selva se  esfumó por varios segundos mientras aquella tía hablaba. Sabía muy en el fondo que diría algo interesante, interesante por lo menos para mí y no quería perdérmelo. Mi tía volteo a verme y finalmente dijo:

- ¿Quieres venir?

No sé qué dijo mi mamá, no se quien sugería qué, no sé si estaba de acuerdo o se había molestado. Aquella pregunta había hecho que nuevamente los sonidos de la selva sean mi único foco de atención, ahora cada vez más fuertes, más fuertes… Gorjeos, susurros, piares, tambores…

Repito, no sé si alguien dijo algo desagradable, no lo recuerdo. Lo único que recuerdo es que minutos más tarde me encontraba listo en el límite de los grandes árboles del Manú. El ruido estaba cerca, más cerca que antes y me mantenían alerta, no por el temor, estoy seguro sino por lo expectante.

- Volveremos en tres horas. – Le dijo mi tía a mi mamá y tras un fugaz beso en la mejilla, se adentró en el monte tras el guía.

- Bueno, chau. – Comenté y repetí la despedida que mi tía le había dado a mi mamá para adentrarme en aquel mundo.

Era mejor de lo que esperaba.


Tras dar unos pasos el ruido embulló mis oídos. Cada ruido sorprendentemente había aumentado su volumen diez veces, apagando así a las voces humanas y al golpeteo del río en la hacienda. Los piares eran similares a flautines molestosos y los susurros provocaban aquella sensación en los oídos similar a cuando uno se sumerge mucho en un piscina. Causaban caos sin afinación pero era agradable.

Si antes los ruidos me parecían no tener una fuente ubicable, ahora, con la suma de cien sonidos más, me parecían que no solo buscaban ocultarse del escucha, sino también confundirlo.

Habían gritos, piares, aleteos y sonidos de arrastre. Todo ruido era vivo, incluso el viento. Cada ruido tan intenso y desconcertante que mantenían a uno alerta, que mantenían a la cabeza girando en todas direcciones. Estaba embelesado del ruido.

No sé cuánto caminé, cuanto demoró en llegar. No me di cuenta, pero de repente, tan rápido como el ruido había llenado mis oídos, los abandonó.

- Shh. Shh. – El guía se había detenido y hacía un gesto para que nos detuviéramos en silencio.

¿Qué había pasado? Todo en el lugar había enmudecido, era extraño, como si alguien hubiera apretado MUTE en medio de una proyección de cine.

Miré a mi tía en busca de respuesta pero ella miraba inquieta al guía que miraba a la zona más tupida de árboles. Seguí aquella mirada atenta y los ví.

Unos ojos ambarinos se asomaban entre la vegetación. Generalmente la falta de bulla relaja a algunos pero aquel silencio hecho inquietaba, interrogaba y sorprendía. Aquellos ojos eran los causantes.



Entonces, algo aún más mágico sucedió. Mi corazón empezó a latir de una forma incesante, tan incesante que los latidos llegaban con una calidad sonora que sorprendía. Estoy seguro que mis compañeros y la criatura observadora eran capaces de oír mi pecho, estoy seguro porque yo oía o creía oír el de ellos. Oía tambores acelerados y correr de la sangre en sus venas, ella lo había hecho, aquella mirada ambarina que había enmudecido y detenido todo excepto a mi pecho.

Cada respiración producía un aumento de  volumen en mis latidos, me inquietaba el cerebro, solo oía eso y nada más. Y como habían llegado esos ojos, se fueron, desaparecieron en las matas y tal como si alguien hubiera vuelto activar el tiempo o como si sales de debajo del agua luego de varios segundos, el ruido de la selva me embulló una vez más.


Me tomó un tiempo entenderlo debido a la sorpresa del momento. Pero luego de dar más pasos lo entendí: el Rey del Silencio había venido a observarnos. Aquel único capaz  de callar el ruido que no había podido apartar de mi cabeza durante días. No era miedo, era admiración por dicho poder, el poder de un jaguar. 




martes, 14 de octubre de 2014

UNA PEQUEÑA GRAN AVENTURA




“Otorgas demasiado de tu tiempo en cuidar y pensar en esos animales... “

“Siempre eres un exagerado al ver a algún animal en la calle…” 


  
Quizás estas frases sean cotidianas para algunos de los que leen, quizás para otros no tanto, pero si hay algo aquí que todos tienen en común, es que han encontrado mi sencilla agenda virtual. 

Si llegaron hasta aquí por casualidad, sean bienvenidos, pero si llegaron googleando en busca de algún tipo de información es señal de que ustedes y yo tenemos algo en común: gran cariño por nuestras mascotas o (en algunos casos) el vasto reino animal en sí.

Recuerdo aún el día en el que rescaté de un montón de basura a una pequeña tórtola peruana herida y la mantuve en casa hasta que sanó. También recuerdo con nostalgia la primera caja que vi moverse debido a la fuerza de un pequeño pastor alemán que mi papá me regalaba y por supuesto, recuerdo el llamado de mi mejor amigo para ayudarlo a socorrer a un murciélago perdido. 

Tórtolas, perros y…  ¡esperen! ¿Un murciélago? 


 Así es, experiencias como esta he tenido durante toda mi vida desde que tengo uso de razón y es que me críe siempre con mascotas y al pasar de los años, mi curiosidad por el resto de animales me motivo a informarme cada vez más.  Esa es la esencia de este blog que me he decidido iniciar.

Agenda Animal será precisamente lo que su nombre indica, una agenda en donde yo, un joven de 24 años, va a “anotar” todas aquellas experiencias que he pasado criando a mis mascotas y poniendo algunos consejos para los que tienen perros, gatos, etc.

Pero ahí no acaba el asunto. Así como muchos, he hallado muchísimas páginas relacionadas a la crianza de determinadas mascotas o páginas de adopción de animales necesitados y la cosa queda ahí. Con esta agenda quiero hacer lo mismo y un poquito más, entre lo cual está lo ya mencionado de compartir experiencias y raras vivencias (recuerden al murciélago), pero además colocar datos curiosos sobre animales de todo tipo, entrevistas con expertos, rescatistas, fechas de campañas, movimiento protectores a nivel mundial y un sinfín de contenido animal… ¡y es que me fascina todo aquel mundo que muchos ignoran! Tanto que los contenidos me parecen incontables, como las especies animales que hay en el mundo.

 
De esta manera inicio con esta pequeña gran aventura atreviéndome a compartir lo poco que sé en espera de que les resulte de ayuda y sobretodo, entretenido. Además, estaría más que agradecido si ustedes comparten al mismo tiempo conmigo sus experiencias y es que, como ya dije, mi curiosidad y fascinación por este mundo me motiva siempre a seguir recolectando información.

Hagamos de esta agenda una guía de ayuda e interés para otros que puedan estar googleando algo relacionado a los animales.